La búsqueda del ser humano creativo es evolutiva. Una y otra vez concurre a los sitios que sabe nutrirán el hermoso don de desvelar los más enraizados secretos que lo atormentan y solazan. Son la expresión de un duelo no resuelto.
Óscar Molina se inscribe en esta estirpe de buscadores de sí mismos, en cada verso, en cada pausa que lo guíe al silencio definitivo, al ensordecedor silencio místico. Eros y Tánatos se hacen presentes y, envueltos en cada metáfora, sacuden al lector y lo incitan a explorar estos peligrosos y temidos abismos humanos.El poeta tomó estos riesgos, desconoce lo que escribe y por eso confía en la grandeza del alma.
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